Primera noche (11/10/2009 – 4:39am)
Otro día más que no duermo, otro día más de pensamientos hipnóticos que se apoderan de mí y me obligan a escribir. Entre el vicio y los recuerdos mi musa se muestra reminiscente. Despierten todos y háganme compañía desde hoy y para siempre. Maldito Macondo que me desvela y engaña a mi cuerpo para que se sienta asqueado de sí mismo. Debe ser este olor nauseabundo de ébrio malestar el que atrae a estos pesares inspiradores. Ya no lo hago por mí, mis amigos, ahora escribo por y para ustedes. Empero no porque los ame, sino porque aún quiero demostrarles que soy nada sin ustedes y que mi colosal ego es menester para todos. Este Pequeño Erizo no va a cambiar sin su ayuda. Este Pequeño Erizo no sabe que quiere cambiar.
Segunda noche (17/10/2009 – 12:47am)
Presente en mis sueños y mi realidad de erizo, un vahaje de arrogancia despierta en mí una piedad quimérica. ¿Será qué mi espinoso ego me necesita tanto que ahora es hipócrita conmigo para que mi magnanimidad le arrope? ¿Será por eso que mi superioridad me exige ahora ser piadoso con quien fui injusto? ¿Por qué ya no me consuela el sufrimiento ajeno? Regodearme en la crapulencia de mis actos hirientes no voluntarios ya no me causa carcajadas. El sonido de mi risa y la mueca en mi cara ya no se besan en el suave aire de mi embriaguez. Has cambiado sin quererlo, he cambiado y ahora despierto. El escaso Macondo que reside en esta botella no es suficiente para causar daño alguno a la asquerosa moral que de la nada interrumpe mis soliloquios. Mi reminiscente musa aun no desaparece por completo. Amigos míos, este Pequeño Erizo no sabe que quiere cambiar. ¿Qué debe hacer entonces para descubrirlo? ¿Quiénes son ustedes para informarme? ¿Seré felíz al convertirme en un víl y descarado ser que no distingue entre sí mismo y sus, muy diferentes, “semejantes”? ¿Debo abandonar la sinceridad para transformarme en uno de ustedes? ¡Maldita moral! Afrentas mi virtud con tus delgados dedos carentes de carne y alma, ensucias con tus caprichos los míos, me obligas a convertirme en tí. Yo soy menester en este tu mundo hipócrita, yo soy quien te da equilibrio. Empero, no me das otra opción, que tu ley sea la mía y por ser mía será perfecta ¡Y lo hago solo para demostrar tu ineptitud! Verás que seré un hijo perfecto a tus ojos, seré la verdadera cara de tu ley absurda. Hoy el Erizo es un hipócrita más en este mundo, hoy el Erizo es dios, hoy el Erizo es contradicción, hoy el Erizo es consciencia, hoy el Erizo no extrañó a su musa, hoy el Erizo no bebió lo suficiente, esta noche el Erizo expiara a voluntad sus pesares inspiratorios. El domingo el Erizo despertará asqueado por sus actos morales y volverá a ser el mismo vilipendiador que cree que ama ser.
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