No entiendo esta superflua tranquilidad, es una mañana más en mi vida, empero, no la entiendo, siento que no la necesito, sin embargo es mi deber disfrutarla. No necesito este frío reconfortante, no necesito el impulso de levantarme y comenzar mi día; me quedaré aquí para siempre, no sonreiré mas con la luna, ni miraré al sol con recelo, solo me quedaré aquí, vigilante ante esta efímera tranquilidad. No me importa la luz que entra excesivamente por mi ventana, amarilla y tibia, no me molesta. Mi asquerosa e incómoda cama hace todo lo posible para que abandone mi estado de absoluta e inexorablemente efímera tranquilidad, no lo logrará.
Tengo un dolor intenso en la espalda, ahora el mundo está en mi contra y mi pereza se hace más fuerte, el reloj de pared en mi cuarto se detuvo hace horas - ¿Habrán pasado solo unos minutos o ya estará amaneciendo nuevamente? – Tengo al mundo en mi contra, mis necesidades biológicas me exigen una satisfacción, negligente cuerpo mío expíame de ellas, no las necesito. No podré seguir aletargado, siento un calor líquido y un poco de placer, ahora estoy obligado a levantarme, he perdido contra las necesidades - ¿Quién las necesita? ¡Ahora entiendo!
Rafael Urdaneta (Fefo)
21 – 02 - 2011
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