Decidí quedarme con ella luego de encontrarla atrapa en la trampa que mi
hermano había puesto días atrás. Era, como todas sus hermanas, un animal
repulsivo, su larga cola, desprovista de punta, nos dice que era una verdadera
sobreviviente, ama del escape ante el asedio perpetuo de los gatos callejeros,
sus ojos casi muertos palidecían a mi hermano y provocaban muecas de asco en la
cara de mi madre, pero a mí, a mi no, pues era una sobreviviente. Aún recuerdo
su expresión de cansancio, dolor y melancolía. Eran las seis de la tarde y yo
regresaba de la universidad, traía la risa suave que nace al tener un buen día.
Un vaso de agua saciaba mi sed y cansancio, cuando un sonido fricativo seguido
de un chillido llamo mi atención. Ya sabía que sucedía, ya sabía que esperar,
pues hace días mi hermano y yo habíamos planeado todo, pero aún así estaba
sorprendido. Observé detrás de la cocina, y allí estaba, gorda, asquerosa, con
una de sus orejas a la mitad y la punta de su cola, ausente.
Fefo
10 de agosto 2012