domingo, 15 de mayo de 2011

A un hombre como yo no debería permitírsele el enamoramiento.

Las razones que me llevaron a esta conclusión no fueron simples, nada que incluya tal palabra lo es, empero las personas como yo no deberían enamorarse. ¿Por qué? - pues por el bien común mis queridos nocturnos, y como todo bien común, es algo que todos desean (sólo eso lo hace común), pero que sólo algunos disfrutan. No es por miedo al dolor, ya hemos sentido mucho, es por el miedo a causarlo. De no estar enamorados la vida regresaría a su forma más pura, más simple, más natural. El acto sexual sería una necesidad sólo vital para la prevalencia de la raza humana, pero no mis nocturnos, es un acto de entrega que profundiza en nuestros sentidos, sembrando temores y dudas y placer y confusión en muestra mente. Nosotros los que hemos vivido en amor sabemos que sigue un ritmo inconstante, se degenera con el tiempo, eso, o evoluciona. Sin embargo, sí nos enamoramos entregamos nuestra libertad, las ataduras de moralidad que desde nuestro nacimiento nos penetran, nos violan y nos inhiben, se ven reforzadas con las cadenas del amor. El libertinaje muere, la horrible empatía evoluciona en nuestro cuerpo. La odiamos como la odiamos. Aquellos que creemos en las maravillas del individualismo, nos vemos obligados, condenados, por la belleza. Es un dolor de cabeza perpetuo. Entonces pienso que el amor me hace más daño. Cada día que crece me lástima, y a otros también. También me aburre, ese aburrimiento me confunde y con esa confusión los dejó mis queridos nocturnos - ¡Regocíjense con mis inquietudes y complázcanme con sus análisis! ¡Los amo mis queridos nocturnos!

2011-05-15
Fefo (Rafael Urdaneta Saraúz)